Blogs: Vitacora y Edgeek

Normalización y nuevas ideas

La temperatura baja de nuevo y me alegra, aunque hoy cometí el error de salir sin saco y estuve a punto de congelarme. Más o menos lo mismo que pasaría si alguien sale por la noche en Bogotá con sólo una camiseta. Nada grave pues no hace tanto frío todavía, pero parece que finalmente las temperaturas altas del verano están cediendo, pues cuando pensé que llegaba el otoño, eso no era más que un engaño para bobos, como yo, que no conociendo el clima de la ciudad se alegrarían viendo que el verano pasaba.

Después de pasar todo el día en la biblioteca (bueno, me levanté como a la una) leyendo para mi clase de mañana y esperando encontrarme con Rafael, un compañero en mi clase de políticas educativas en países de desarrollo, finalmente llego a mi cuarto a lavar mi ropa y escribir este mensaje mientras la secadora hace lo suyo. Aún no termino de leer, pero eso ya es rutina y no creo que cambie en el transcurso del semestre. Leeré mucho y trasnocharé haciéndolo. Simplemente el trabajo aumentará cuando tenga que escribir trabajos y demás.

Ahora que ya han pasado dos semanas de clases y tres desde que llegué aquí, ya todo se vuelve más normal y la noverdad ciertamente disminuye. Las clases ciertamente no cambian mucho, aunque cada una es diferente a la anterior; la rutina es la misma y yo me voy haciendo a la idea de cómo trabaja cada profesor y cómo son sus métodos y clases. Todos tienen en común el uso de por lo menos presentaciones de PowerPoint haciendo uso de la tremenda infraestructura tecnológica que mendionaba en mi mensaje anterior. Eso hace que todo sea más sencillo en cierta medida y disminuye, llevando casi a cero el uso de los tableros de tiza que aún hay en cada uno de los salones. Sinembargo aún los usan de vez en cuando para explicar algo que no está en las diapositivas.

Esta semana me llegó mi nuevo portátil, un IBM muy simpático, aunque como todos los portátiles IBM, nada muy bonito, especialmente comparado con los presiosos iBooks y PowerBooks (Macintosh) que muchos de mis compañeros tienen. Es, sinembargo, una computadora muy robusta y buena. Mucho mejor que el pobre Rigoberto (mi viejo Compaq) que se siente un poco deprimido ahora que casi no lo uso. Aún no sé qué voy a hacer con él. Inicialmente planeaba quitarle el Windows y usarlo de computador experimental instalando solamente Linux en él, pero estoy empezando a pensar que eso no tiene mucho sentido pues no voy a tener mucho tiempo de experimentar. De pronto lo mejor será buscar la forma de enviarlo a Bogotá para que mi hermana y mi papá le den buen uso, pues todavía es un buen computador que sirve para mucho; no tiene quemador ni DVD y la pila ya no le dura sino unos cinco minutos, pero es muy buen computador al que se le puede sacar mucho jugo. Esa decisión de qué hacer con él la tomaré en algún momento antes de Noviembre, fecha en que un amigo viaja a Colombia y tal vez le podría pedir que lo lleve. Por ahora estreno mi nuevo IBM, una computadora que me arriesgué llamar "Fiona" como la esposa de Shrek, esperando que no le dé por dame cantaletas y demás como me pasó con Rigoberto cuando se llamaba Bagheera, problema que solucioné con un cambio de sexo y formateada y deshaciéndome del windows malenium que traía: así pasó de computadora a computador y de Bagheera a Rigoberto.

Esta semana, además de jugar con mi nuevo computador, salí el lunes con mis compañeros a tomarme unas cervezas por ahí y decidimos que mañana (lunes) nos reuniremos en casa de uno de ellos (Jasmine Ma) a hacer una sesión de Martinis. No crean que somos unos borrachos, no. Simplemente creemos en el poder socializador del alcohol. Además es más fácil y barato salir a tomarnos unas cervezas que salir a comer a algún restaurante. Se preguntarán también, "¿por qué un lunes?" Pues porque los martes casi ninguno de nosotros tiene clases y es más fácil cuadrar con todo el mundo salir un lunes que un viernes o sábado cuando muchos tienen otros compromisos con sus novios, esposos o amigos. Son buenas ocasiones para socializar y tratar de hacer caso a quienes me han dicho, en repetidas ocasiones, que lo más importante de estudiar en Harvard es la gente que uno conoce y los contactos que pueda hacer. Esas son personas que en un futuro podrían llegar a darme trabajo o contactarme con gente que lo haga o incluso gente con quien podría trabajar. Además de mis compañeros de TIE (Technology in Education) estoy haciendo mis mejores esfuerzos por ser sociable con gente de otros programas y escuelas. En el dormitorio he conocido gente de Arts and Sciences, desde historiadores hasta físicos, y del Kennedy School of Govenment. Pero aún no conozco gente de otras partes de la universidad como el Medical School, o el Business School (aunque estos últimos tienen mala fama entro nosotros los idealistas -gente que estudia educación y no está tan interesada en ser millonaria como ellos-). En todo caso estoy tratando de ser sociable y contactar toda la gente posible. Eso igual no es fácil y aunque he conocido mucha gente y ya tengo planes con algunos, aún no hay ninguna que sea mi "amigo".

Entre los planes está una organización de estudiantes latinoamericanos que Rafael, a quien mencioné al inicio de este mensaje, está montando para estudiar temas de política educativa con el apoyo (económico) del Rockefeller Center for Latinamerican Studies y un grupo llamado UnTie, que estamos iniciando con algunos compañeros de mi programa. Este último pretende ser algo así como un laboratorio/centro de acopio de problemas y soluciones relacionados con tecnología y educación (el TIE significa Technology Innovation in Education). La idea principalment es crear un lugar de encuentro (posiblemente en Internet) donde educadores e interesados en educación puedan sacar a flote problemas que encuentran en su práctica o vida diara, obviamente relacionados con educación y tecnología, para que nosotros podamos bien trabajar en solucionarlos o bien contactar gente que esté interesada en hacerlo, como proyectos para sus clases o por simple interés. El grupo básicamente será un lugar para buscar problemas y soluciones a problemas reales. La idea aún está muy cruda, pero a mí me suena muy interesante y ya veremos qué resulta. Así que si conocen interesados y tienen problemas que nos puedan interesar, pues mándenme un mensajito y veremos qué se puede hacer. Por ahora estamos en la primera etapa y el acceso a problemas reales (especialmente en países en desarrollo) sería de gran utlilidad. Yo puedo pensar en algunos, pero seguramente con ayuda de más gente, tendremos muchos más.

La secadora ya debe tener mi ropa lista, así que dejo de alargar esta epístola y me voy a planchar.

Un abrazo a todos,
Nando

Add new comment

Plain text

  • No HTML tags allowed.
  • Web page addresses and email addresses turn into links automatically.
  • Lines and paragraphs break automatically.

Clases, leer, leer y leer

Ayer terminó la primera semana de clases. Fue una semana interesante, en que me reencontré con la vida académica y lo que significa tener que estudiar y leer y prepararme para las clases. Fue una semana dura, en que leí más de lo que había leído en todo el año y dormí menos de lo que había dormido hace mucho tiempo. Eso sólo quiere decir que tengo que mejorar mis técnicas de estudio o no voy a sobrevivir el semestre, o que mi consejera académica tenía razón cuando me dijo que tomar cinco materias era realmente pesado. Tendré que dejar de tomar notas de todo lo que leo y empezar a solamente subrayar y hacer anotaciones al márgen, lo que no ayudará a mi memoria a corto, muy corto plazo, pero de eso se trata la idea de mejorar mis técnicas de estudio. También está la opción de no leer absolutamente todo lo que me asignan sino seguir los consejos de algunos, incluido el grupo de técnicas de lectura que se reúne y dicta talleres en la bilbioteca, y "skim" (ojear) las cosas y leer los apartes que me parezcan más importantes de algunas cosas y las que más me interesen sí leerlas completas. Ya veremos cómo avanza el semestre y cómo me va la siguiente semana. Afortunadamente la Nacional es una bueno universidad y no me sentí mal preparado para lo que he tenido que enfrentar: incluso levanté la mano y opiné en la mayoría de mis clases. En la Nacional tuve buenos profesores (unos mejores que otros, obviamente) a quienes agradezco la preparación y exigencia. Recuerdo especialmente las discusiones en las clases de Porfirio, las excelentes y muy exigentes clases de Felipe Pardo y Julia Baquero, la práctica docente con Carolina y el trabajo de grado con Genoveva).

A pesar de la buena preparación de la Nacional y seguramente debido a que esa es mi /alma mater /me impresionó tremendamente la infraestructura con que contamos aquí en Harvard. Todos los salones tienen (por lo menos) un computador y un video beam, un VHS, conexiones de red para que los estudiantes conecten sus computadores portátiles a la red de la universidad, luces con "dimmer" que se controlan con un panel al lado del escritorio (estación de trabajo, más bien) del profesor... en fin... todos los juguetes. En cada una de las clases, mientras los profesores usaban. Viendo esto, y cómo los profesores nos mostraban videos, cortos de películas, páginas web, notas en PowerPoint y demás como parte natural y muy fluida de su modo de instrucción, no podía dejar de pensar que cuando estaba en el San Carlos no logré convencer a las directivas de la importancia de tener cuando menos un video beam en la sala de computadores. Tampoco podía dejar de pensar que tal vez esa estrategia de tener "salones de computadores" no sea la mejor y en lo bueno que sería tener unos cuantos computadores en cada salón en lugar de instalarlos solamente en salas de cómputo, donde sólo se pueden aprovechar preparando toda una clase centrada en la tecnología y no como un instrumento del trabajo diario y la labor del día a día, como lo son en el "mundo real" fuera de la escuela. La distribución de "salas de cómputo" es importante cuando toda una clase se puede puede centrar en el uso de una herramienta computacional, lo cual a veces es el caso, pero otras veces implica abandonar otras estrategias del trabajo tradicional del docente. Todo esto lo pensaba desde aquí, desde "la torre de marfil" como muy acertadamente llama una mis profesoras a nuestra posición privilegiada en una universidad con un presupuesto de 2,400 millones de dólares al año, presupuesto que, según mi analista económico de cabecera, sería vagamente equivalente a los presupuestos sumados de Bogotá, Medellín y Cali para un par de años de administración.

Esta fue una semana dedicada principalmente al estudio y al comienzo de la vida académica. No tuve tiempo de realizar mis observaciones detalladas de ardillas y hojas de árboles, ni de salir con mis compañeros a tomarme unas cervezas, cosa que algunos de ellos sí hicieron. Tampoco tuve tiempo de ir a cine con Rocha, cosa que habíamos planeado desde la semana pasada, ni de ir al festival de video digital que estuvo en Boston el fin de semana pasado.

Hoy me dedicaré al descanso y las actividades lúdicas, entre ellas reunirme con dos mis compañeros a jugar con una cámara de video digital y los equipos de edición que tenemos disponibles en el tercer piso de la biblioteca Monrow C. Gutman, la biblioteca de educación. Para evitar tener que repetir pinta tan a menudo, estuve hace un rato aprovechando los descuentos en The Gap para comprar un pantalón de pana y un par de camisas, haciendo shopping, actividad que en este mundo consumista que es los Estados Unidos, es considerada lúdica. Tal vez esta noche sí vaya a cine y si logro hablar con Rocha para que me aconseje acerca de cuánto dinero necesitaré de aquí al 15 de noviembre, fecha en que me llegará el nuevo giro de Colfuturo, hasta de pronto compre un nuevo portátil con el plan de descuentos que tiene la universidad a través de IBM. No son los más bonitos, pero sí los más baratos... con descuentos del 49% para estudiantes de la universidad.

Mi vida el dormitorio ha seguido siendo tranquila a pesar de la demolición que están llevando a cabo justo detrás de Conant Hall. De vez en cuando se oye un fuerte silbido, luego una vibración de todo el edificio y luego otro silbido indicando que ya acabaron de dinamitar. En las mañanas, a eso de las 6:30 o 7:00 empiezan a llegar los camiones a la construcción y los pitos esos que suenan cuando están echando reversa han sido un excelente despertador que me motiva a levantarme aunque mi primera clase sea a las 9 o 10. Eso ha sido bastante práctico dado mi hábito de dormir más de la cuenta y no levantarme sino hasta el último minuto. Ahora me levanto con tiempo hasta para desayunar... un café negro y un pedazo de pan, revisar el correo y mirar el tiempo a ver si ha pasado algo nuevo e importante en el país, o nuestro querido presidente ha tenido alguna de sus geniales salidas como atacar alguna ONG por sus críticas a su gestión o descalificar a algún organismo multilateral. Parece que el país ha estado tranquilo últimamente, pues las noticias son profundos estudios acerca de desfiles de modas o discusiones sobre la situación de alguna empresa portuaria en bancarrota y los triunfos de alguna selección colombiana en unos de los millones de torneos de fútbol que ahora hay en el mundo... no que no me alegre que ganen, simplemente me impresiona la cantidad de torneos que hay: sub-cualquier cosa y mayores y olímpicos y demás.

El último detalle antes de cerrar: el fin de semana pasado, cuando estaba tranquilamente sentado leyendo, se disparó la alarma de incendios del edificio y todos, entre confundidos y preocupados, salimos organizada y tranquilamente a esperar que llegaran los bomberos. El insoportable pito nos acompañó hasta afuera, donde, confundidos, empezamos a hipotetizar: alguien estaba fumando dentro del edificio, dijo alguien... a mí me olió a marihuana cuando entré, respondió otro. A los pocos minutos llegaron dos camiones de bomberos y entraron a ver qué pasaba: algún inepto había quemado algo en la cocina del cuarto piso. De vuelta a la normalidad, entramos y retomé mi lectura del "Handbook of Online LEarning" que pensaba tenía que leer para el lunes, pero resultó que no era sino para la siguiente semana, es decir pasado mañana.

No he recibido solicitudes de cancelación de la suscripción a mis largas epístolas, así que la lista sigue igual. Para quienes se preguntan por qué un mensaje dirigido a mí mismo les está llegando, la respuesta es sencilla: la lista de destinatarios está en el campo "Blind Carbon Copy", de manera que nadie sabe a quién más le llega y así no publico los correos de la gente para que todos los demás los vean. Es un asunto de privacidad.

Si me quieren escribir, pero no saben qué contar o creen no tener nada qué contar les doy dos opciones:
1. Cuenten huevonadas, que hasta el diario vivir resulta interesante estando lejos. Para la muestra, este e-mail.
2. Mándenme recetas de cocina interesantes que mi repertorio está llegando a su fin. Se valen platos colombianos y hasta que necesiten horno. Tengo una sartén y una olla medianas, un cuchillo muy filudo, una tabla de picar, tres cucharas de palo, una refractaria mediana y un tazón pequeño. Tengo acceso a un horno normal, un micro-ondas un horno tostador y una nevera con congelador. Nada que incluya guascas u otras cosas demasiado colombianas o difíciles de conseguir.

Un abrazo a todos y espero que todo esté muy bien.

Nando

P.S. A quienes escribieron diciendo que quieren seguir recibiendo mis mensajes, les agradezco el amable gesto y las alabanzas a mi patético estilo de escritura.

Add new comment

Plain text

  • No HTML tags allowed.
  • Web page addresses and email addresses turn into links automatically.
  • Lines and paragraphs break automatically.

Llega el otoño y con él la primera semana de clases

El día que llegué me dijo mi anfitrión de una noche, cuando me quejé por el calor que estaba haciendo, que el otoño por estos lares llega se zopetón. Un día los árboles son verdes, las plantas floridas y al día siguiente, sin que haya habido puntos intermedios, las hojas están todas en el piso y sólo quedan esos deprimentes esqueletos de árboles preparados para el invierno que estoy seguro todos hemos visto en fotos. Eso aparentemente era una exageración, pero es cierto que el otoño llega se golpe, aunque el golpe puede ser un día distinto para cada uno, según su grado de atención al mundo que lo rodea. Para mí ese golpe fue hoy. Ayer fue un día horrible en que no paró de llover hasta bien entrada la tarde y la temperatura estuvo sospechosamente bogotana todo el día, situación que yo asimilé a la lluvia y a lo gris que estaba el cielo. El viento sopló frío todo el día, viento del norte que nos obligó a ponernos sacos de lana o "jerseys" con el logo de la conocida H de la universidad y chaquetas con capucha para mitigar el efecto de la lluvia en la cara. Yo aún no he comprado mi jersey de creído estudiante, así que me tocó ponerme un saco y mi chaqueta negra, la única que traje. Pasé el día haciendo labores domésticas, como barrer mi pequeña habitación (para lo que tocó salir a comprar una carísima escoba), lavar mi ropa y hacer compras necesarias para dotarme de utensilios que me permitieran usar la cocina comunal que compartimos los habitantes del tercer piso de Conant Hall.
En la noche me dediqué a leer para preparar mis clases de la próxima semana, la primera del semestre, para las cuales ya tengo variadas tareas, entre las que se cuentan largas lecturas, la creación de una página web personal, descarga de videos en Internet y navegación de páginas web de proyectos de investigación de mis profesores. Afortunadamente aún no tengo que escribir nada. Me dieron las dos de la mañana en esas labores de estudiante, y muy ilusamente pensé que me levantaría temprano hoy para seguir trabajando. ¡Gran engaño! Me levante después de las diez y acabo de terminar de desayunar un delicioso café colombiano con tocineta de alguno de los 52 estados de la unión. Es el colmo que a los pobres productores les paguen tan poco por su café cuando aquí una libra vale más de lo que vale un bulto por allá. Entre la tocineta y el café bajé a fumarme un cigarrillo en camiseta (lo cual parecía apropiado desde aquí, con un cielo despejado y azul y un día soleado como de verano) caminando por los alrededores de Conant Hall. Pero el frío me obligó a entrar con presteza, no sin antes haber notado que los árboles de los alrededores ya están perdiendo sus hojas y de las que les quedan ya la mitad están cafés y secas. ¡Llegó el otoño! Y con él un clima más soportable para un bogotano que no gusta de temperaturas calentanas, melgareñas, caleñas o armenienses, a no ser que esté de vacaciones junto a una piscina o junto al mar, o visitando amigos que desertaron la gran ciudad, o han ido dizque a casarse lejos de la única ciudad del país, la hermosa Bogotá.
Esta semana que termina fue la semana de orientación, o más bien de desorientación, pues nos dieron tanta información que lo mejor fue evitar procesar más de la mitad para evitar una sobrecarga y guardar sólo la estrictamente necesaria. Entre las diversas actividades tuvimos un par de reuniones del programa de estudios donde nos aconsejaron cómo seleccionar clases, dónde ir a comer, con quienes hablar sin estamos demasiado confundidos y hasta cómo hacer para conseguir comida gratuita asistiendo a eventos de los miles de clubes y grupos de estudiantes de la universidad a los que no pertenecemos. Además de eso pude registar mi computador con la policía de la universidad, que a diferencia de los celadores de la Nacional sí son parte de la institución policial y por una módica suma lo metí en una base de datos internacional de computadores, con lo cual, afirmaron los uniformados, es casi imposible que lo roben y totalmente imposible que lo vendan si tienen el valor de llevárselo viendo la horrible placa metálica que le pegaron en la tapa con el letrero "S.T.O.P. Security Tracking of Office Property", la cual es ipposible de despegar sin dañar el aparato.
Desafortunadamente me perdí el tour de la biblioteca y estaré un poco perdido esta semana cuando tenga que utilizarla para leer algunas de las cosas que tengo que preparar para mis clases. Espero que no sea nada muy complicado y que mi instinto me guíe como a veces lo sabe hacer.
Además de todo esto, les cuento que las ardillas ya no me impresionan, pero aún no me han empezado a parecer un plaga, que mi preparación de salsa bechamel sin sacarla de un frasco impresionó grandemente a algunos de quienes comparten conmigo la cocina, y que dado que no puedo fumar en ninguna parte, he reducido el número de cigarrillos que consumo a menos de la mitad de lo que solía ser en Bogotá.

Por ahora los dejo a todos con un abrazo,

Nando

P. S. Si alguno de mis corresponsales prefiere no recibir estas largas narraciones sólo hágamelo saber y no le dé pena que no me voy a ofender... Algunos de ustedes no recibieron el primer mensaje, la semana pasada, porque fui un poco torpe al seleccionar las direcciones de mi lista.
P.P.S. Si encuentran rimas cojas en estas líneas como en la frase anterior, culpen al enano que me tiene pensando como si fuera Rafael Pombo.

Gracias a mi corrector de estilo de cabecera, mi padre, ahora les puedo decir a todos ustedes que el otoño me llegó se sopetón y no de zopetón... disculpen la incorrección.

Add new comment

Plain text

  • No HTML tags allowed.
  • Web page addresses and email addresses turn into links automatically.
  • Lines and paragraphs break automatically.

Largo recuento de unos pocos días

Hola todos. Este es un primer mensaje colectivo. Luego, a quien se porte bien y me conteste le mandaré mensajes individuales. Je je je. Un abrazo a todos.Bueno, al fin me siento a escribir una narración medianamente completa de estos primeros días en Harvard. Salí de Bogotá a tiempo el jueves pasado y después de un enorme desayuno de avión, muchas horas sin fumar y un sueño interrumpido llegué a Atlanta a eso de las 3:30 PM. El aeropuero es enorme y los turistas del vuelo de Delta caminamos un buen rato para llegar a la zona donde teníamos que hacer fila para pasar por inmigración. Era una fila enorme, pero finalmente no me tomó sino una hora llegar hasta un funcionario que no me hizo muchas preguntas y puso sellos en mi pasaporte y en un cartoncito blanco (el I.94) diciendo que me puedo quedar en el país mientras duren mis estudios. Después de eso salí hacia la zona donde tenía que recoger mi maleta para pasar, o mejor dicho no pasar por la aduana pues no tenía nada que declarar, y luego dejar mi maleta para que fuera enviada a Boston en el vuelo de conexión. Una vez pasado eso me monté en un pequeño trensito subterráneo que me levó al otro lado del aeropuerto donde tenía que coger el vuelo que me traería a Massachusets. No tuve tiempo sino de entrar al baño un momento y luego hacer fila para entregar mis pasabordo y entrar a un avión más grande que el que ma había traído desde Colombia... más grande y más lleno. Supongo que hay más gente viajando de Atlanta a Boston que de Bogotá a Atlanta. Ese vuelo también lo dormí interrumpidamente, con un gringo leyendo US News al lado mío. Tomó más o menos dos horas y aunque teóricamente estaba en ventana no pude ver nada pues lo de la ventana era como para engañar bobos. Estaba del lado de la ventana, pero no había una ventana allí, solamente fuselaje. Llegué a Boston a eso de las 8:00, recogí mis maletas y me puse a quitarle el plástico en que estaba envuelto el backpack para poder cargarlo. Mientras terminaba de hacer eso una voz familiar dijo, "Nando" detrás mío y ahí estaba Rocha (un viejo amigo de colegio que estudia en MIT), esperándome para guiarme al metro y regalarme un token para mi primer viaje. Nos montamos en la línea verde y mientras íbamos por ahí, él me iba contando cosas que ya no recuerdo, como que el río se congela en invierno lo suficiente para caminar sobre él... y eso es impresionante pues es tan grande como el Magadalena a la altura de Honda. Luego cambiamos de metro y nos montamos en la línea Roja que nos llevó hasta una estación llamada Kendall, desde la que caminamos a la calle Pacific, donde queda el apartamente de Rocha. Es una residencia de estudiantes de MIT, muy moderna y gomela. Comparte el apartamento con Chris un "asian-american" que juega golf en su tiempo libre y estaba jugando la versión beta del nuevo Warcraft (un juego de computador) y viendo CSI Miami en su viejo televisor Zenith. Comimos pollo que Rocha había cocinado la noche anterior y calentamos en el microondas y luego me prestó el computador para tratar de comunicarme con alguien de Bogotá vía MSN Messenger. Apareció el Dengue y le pedí que llamara a mi casa a decir que se conectaran. Un rato más tarde apareció mi hermana y hablamos un rato mientras Rocha insistía en que usara su tarjeta de llamadas para marcar a mi casa. No lo hice pues Adriana me dijo que mi papá no estaba y además me dio pena abusar más aún de la bondad de mi viejo amigo.
Esa noche me dieron ganas de salir a dar una vuelta y él me llevó de tour por MIT y un pedacito mínimo de Cambridge. Entré a algunos edificios (después de media noche, increíble) y al Media Lab, donde él trabaja. Es un centro de tecnología que simplemente me dejó descrestado... muy descrestado. Había de todo y los computadores tanían las pantallas más grandes que yo haya visto en mi vida... planas y enormes. Paseamos por ahí, me presentó algunos de sus compañeros que estaban por ahí trabajando con cortadores laser, o robots o algo así y luego dimos más vueltas por ahí. Fuimos al gimnasio (el más grande y moderno del país según me dijo él) y a una tienda donde compré media libra de café colombiano molido por 14.50!!!! y una bebida como con té y grapefruit en una botella verde. Luego volvimos al apartamento y ya estaba como tarde para llamar a Bogota, así que nos acostamos a dormir.
Al día siguiente nos levantamos temprano (a eso de las 8:30) y salimos rumbo a Harvard en el metro. Son solo dos paradas desde la casa de Rocha, así que llegamos muy rápido a Harvard Square, un cruce de calles con muchas tiendas y restaurantes y artistas callejeros, donde queda la "puerta" de Harvard. Entré a la oficina donde debía ir, recogí mi llave y luego caminamos hasta mi dormitorio, un cuarto pequeño con una cama larga... por primera vez me acuesto en una cama en que no se me salen los pies. Me quedé instalándome y Rocha se fue para su laboratorio a trabajar en su proyecto de maestría.
Después de desempacar las maletas y guardar todo en la cómoda que tengo con cinco cajones grandes, colgar el vestido en el closet y poner los zapaton en una repisa, salí en busca de Appian Way, la calle donde queda e Graduate School of Education. Un policía de HPD (Harvard Police Department) me dió indicaciones y llegué sin problema, cruzando calles donde los carros están obligados a parar para que los peatones pasen. Llegue a Read House, donde había una pequeña reunión de estudiantes internacionales, entré tarde e interrumpí todo, pero a nadie pareció molestarle. De hecho la anfitriona, Rosalind, directora de la oficina de estudiantes internacionales estaba contenta de que llegara alguien más y me preguntó mi nombre y procedencia y me ofreció café y doughnuts. Me quedé allí un rato, hablandon con una mexicana, unos coreanos, unos singapurenses(??), unos macedonios, un brasileño, una alemana, una chilena... en fin... estudiantes internacionales. La mayoría eran orientales. También pregunté donde podía comprar unas sábanas y toallas y algunas cosas que vi que necesitaba y Rosalind me dio indicaciones de un lugar llamado China Fair donde podía conseguir todo a buen precio. Salí de la reunión antecitos del medio día y me fui a buscar ese lugar. Debo aclarar que aunque caminé muchas horas por ahí nunca lo encontré. Finalemente encontré un lugar llamado Dickson Bros y allí compré una almohada, sábanas una toalla y algunas otras cosillas urgentes. No estuvo caro para los estándares de aquí... toca es no pensar en pesos o me vuelvo loco con los precios.
Después de esa vuelta fui a la oficina Internacional de Harvard a registrarme y después a buscar almuerzo, a eso de las cinco de la tarde. Ese día, después de dar muchas vueltas volví a mi dormitorio muy pero muy cansado de caminar, conecté mi computador a la red y me encontré con Rocha en el MSN. Me dijo que iba a ir a cine con unos amigos de MIT y que si quería ir. Vimos Resident Evil 2, una de esas películas malas que a mí me gustan. No estuvo taaaan mala, pero para nada buena tampoco. Divertida, eso sí.
Ayer estuve dando vueltas por ahí también, abriendo una cuenta bancaria en Fleet Bank y comprando algunas cosas en la venta de garaje de los estudiantes que se van. Conseguí Tupperware, jabones baratos, una jabonera... y me dio miedo comprar una impresora que estaba botada en el pasto, pues estaba como carita y no sabían si funcionaba bien. Dejé así con eso.
Por la noche me fui a reunir con mis compañeros de TIE (Technology in Education) junto a la estatua de John Harvard, pero sólo me encontré con Jungsuk, un coreano que estaba, igual que yo, esperando a los demás que nunca aparecieron. Fuimos a tomarnos un par de cervezar en Harvard Square, charlamos de todo... fútbol, política, trabajo, el programa de estudios, los compañeros que no aparecieron, su esposa que se quedó en Corea... y nos tomamos de Coronas con limón en un bar donde la gente jugaba dardos y veía partidos de eso que los gringos llaman fútbol, pero se juega más que todo con la mano. Después cada uno para su casita. Llegué a eso de las 11:00 al dormitorio, compré una Canada Dry en una máquina y me senté a leer un libro que me prestó Rocha.
Esta mañana madrugué (me levanté como a las 9:00) para asistir a un brunch de bagels, café y jugos con mis compañeros de residencia y estuve charlando con un inglés de Newcastle.
Eso ha sido más bien todo lo que he hecho...
Puntos a resaltar que no he mencionado...
* El viernes vi mi primera ardilla corriendo por los prados de Harvard... y luego la segunda y la tercera y la cuarta.... y supongo que dentro de poco empezaré a pensar en ellas como una plaga.
* La cantidad de artistas callejeros es impresionante: ayer vi un escapista con camisa de fuerza, un grupo de rock, un violinista, dos guitarristas... todos los músicos con micrófonos y amplificadores conectados a baterías de carro... y vendiendo sus CDs ahí en la calle.
* El clima es muy como Bogotá en un día soleado... hoy estamos a 17°C. Creo que la temperatura empezará a bajar pronto pues ya vi el primer árbol sin hojas. El primero pues sólo he visto uno. Los demás o son evergreens (lo dudo) o todavía creen estar en verano. Dicen por aquí que el otoño dura como dos días. De un día para otro las hojas se caen todas y empieza a hacer frío.
* El metro es muy fácil, pero una vez afuera es imposible no perderme. El viernes dí miles de vueltas en los mismo 5 Km2 buscando un edificio que estaba justo en mis narices.
* Ahora voy a ir a almorzar y buscar un cinturón pues los pantalones se me caen y no traje ninguno. Los dos que tenía en Bogotá se dañaron antes de venir.
El lunes empiezan las actividades y el 20 las clases. Por ahora sólo me queda seguir conociendo... y conociendo gente. Me estoy esforzando por ser carismático, pero no es fácil, aunque todo el mundo es muy simpático.}
Bueno, eso es todo por ahora y el mensaje ya estuvo bastante largo.
Escriban y cuenten bobadas que yo haré lo mismo.
Un abrazo,
Nando

Fercho: me parece sensacional tener todo. Qué bueno sería mandar esto a Lucho, para que lo ponga en la página de la familia para quien quiera leerlo. El email de Lucho es ludican@cable.net.co

Add new comment

Plain text

  • No HTML tags allowed.
  • Web page addresses and email addresses turn into links automatically.
  • Lines and paragraphs break automatically.